El color de un aceite, contrariamente a lo que se piensa, no está relacionado con la calidad ni del sabor. Es cierto que la comida nos entra por los ojos y que el hecho de encontrar un aceite más verde nos da a pensar que es de mayor calidad. En este caso, el color de los aceites va asociado a su sabor pero no a la calidad.
El aceite de oliva verde suele ser más frutado y más amargo, comúnmente usado para tostadas, ensaladas, para dar un toque distinto a ciertos alimentos o aperitivos y para comidas a la plancha. El aceite que tiene un tono algo más amarillento viene de aceitunas más maduras y tiene matices más dulces, ya que el fruto ha sido recogido en su punto óptimo de maduración. Los rendimientos en la producción de aceite y las diferencias en los procesos de recogida hacen que el precio del AOVE de color verde intenso sea superior al más amarillento, pero no a la calidad del aceite ya que ambos pueden ser catalogados como Virgen Extra.